La E moderna
Residente, en calle 13 rapeó: “La idiotez es colectiva, cuando nadie se cuestiona las cosas” y a partir de ese momento, se ganó mi corazón y me obligo a intentar todos los días, ser menos idiota. Una vez más, nos encontramos acá para cuestionarlo todo.
El cuestionamiento de hoy, se desprende primero de un concepto que vino a mi mente los últimos días: “Las emociones de las palabras”. Mi mente siguió desmalezando el concepto y en un bosque de árboles gritones, uno grito más fuerte ¿y las letras que? ¿no tienen emociones impresas en si mismas? Y ahí, mi menté explotó. Cuestionemos juntos todo esto.
Las palabras, las letras, los colores, los gustos y los aromas, en mi opinión, emanan su propio sentimiento. La A por ejemplo es una letra que da la sensación de alegría y de amplitud. Al margen de que justamente estas últimas dos palabras comiencen con esa vocal, la A nos da una sensación linda, no tiene una connotación negativa. Sin embargo, pasa algo muy distinto con la letra E.
Antes de que Escapen, con E mayúscula y casi en negrita, quiero invitarlos a cuestionarnos algo que si prestamos atención está muy conectado con la letra E.
Pensemos un minuto en la palabra Esclavitud. ¿Qué nos genera?
Antes de poder cuestionarnos de que y cuanto somos esclavos al día de hoy, quisiera que nos detengamos un poco en los sentimientos que se desprenden de la palabra. Porque la palabra la utilizamos para enmarcar una serie de sensaciones que se nos presentan, se nos hacen carne, nos invaden y nos ahogan.
Sentirme esclava, me genera la sensación de tener en mis costados una pared, como si estuviese dentro de un tubo. No hay espacio posible entre mi piel y el exterior. Y sin embargo, no hay nada. Los sentimientos pueden crear en nuestro alrededor y nuestro propio cuerpo una simulación tan creíble que hasta casi podemos verla. Y si no, pregúntenle a algún amigo que sufra ataques de pánico.
La letra E me sigue llamando a cuestionarla. Y creo que se debe también un poco a que en plena pandemia, mientras hacíamos masa madre, en los medios, la sociedad, y el mundo se empezó a cuestionar que por que no usar la E en algunas palabras terminadas generalmente en A u O, para así poder ser más inclusivos en nuestros discursos. Y así se armó un revuelo cuando escuchábamos decir a algún amigo: “amigue”, o “novie”, o “empleade”. Muchisimo más polémico fue, que esto llego a estar en boca de personas famosas, influencers y hasta dirigentes políticos.
Al final, en perspectiva… ¿La E no es simplemente una letra no?
Por ello el título de esta primera nota. “La E moderna”. Para hablar de la letra, de su revolución de la lengua y de la esclavitud. ¿Y por qué la esclavitud?
Porque si no fuese porque me cuestioné algo tan sencillo como la letra E, no me hubiera dado cuenta nunca, que hoy por hoy, estamos sumergidos en un mar de revoluciones, queriendo ir en contra de lo “socialmente aceptado”, cuestionando todo lo impuesto hasta ahora y obligándonos en algún punto a sostener esta “contra cultura”.
Hete aquí a donde quería llegar: Posta. No nos obliguemos a sostener una lucha, una creencia, un pensamiento o un deseo, todo el tiempo, de manera tal que nos haga esclavos otra vez de manera ininterrumpida hasta que la generación de mis nietos venga a decirnos que “no era para tanto”.
Cuestionemos nuestras creencias para no darnos cuenta tarde, que nos encerramos otra vez, en una jaula distinta a la anterior, solo porque esta es la nueva moda. No está mal sostener creencias, creerlas, lo que no está bien es cuando las seguimos manteniendo incluso, en contra de nuestra voluntad.
Que la E sea de Expansión, Encuentro… y no de Esclavo o de Encierro.